LA SOCIEDAD PERFECTA. Sócrates, Zico y el gol, en los tiempos dorados de la "canarinha".
Se llamaba Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, pero el mundo lo conoció simplemente como Sócrates. Había nacido el 19 de febrero de 1954 en Belén (capital del estado amazónico de Pará) y estaba destinado a encandilar tribunas con la pelota al pie. Brilló en el Corinthians y también hizo de las suyas en el Flamengo, el Santos y la Fiorentina de Italia.
En el Corinthians hizo historia: por su fútbol, y por liderar un movimiento de alto contenido político, la Democracia Corinthiana, que defendía una mayor participación de los jugadores en la gestión del club. También enfrentó, de diversas formas, a la más prolongada dictadura militar de la historia de Brasil.
Ídolo eterno del Corinthians, formó parte del seleccionado brasileño de fútbol que actuó en los Mundiales de España 1982 y de México 1986. Y pese a no haber "campeonado", la selección de la que formó parte es tal vez el mejor equipo “verdeamarelo” que vi jugar hasta hoy. Su "jogo bonito" de toque preciso, su garra para pelear cada pelota y la pasión que ponía en cada movimiento lo convirtieron en ícono. Su altura, su vincha con mensajes políticos y su barba lo ayudaban a destacarse físicamente del resto. Y su militancia por las causas populares, desde diversas ocupaciones (incluida su profesión de médico) mostraron su verdadera estatura humana.
Pero hubo un rival al que no pudo vencer: el alcohol. Y una cirrosis crónica - que le había provocado 2 hemorragias digestivas - finalmente lo tumbó, el domingo pasado, a los 57 años.
"Quiero morir un domingo y que el Corinthians levante un título ese día", había dicho una vez, hace 24 años. Y Dios, que ama al fútbol y a quienes lo dignifican, se lo concedió.