viernes, 30 de septiembre de 2011

EL CASO MÉNDEZ (O DE CÓMO NADIE RESISTE UN ARCHIVO)

Un viejo axioma del periodismo dice, textualmente, que nadie resiste un archivo. Bien lo sabe el paraguayo Idilio Méndez Grimaldi, autor de un libro censurado “de hecho” en Paraguay. “Los herederos de Stoessner” es, tal vez, la más completa crónica de la corrupción y de la impunidad en la era post- dictadura. En cualquier país medianamente serio, este libro constituiría la cabeza de varios procesos penales. Allí aparecen (con nombres, apellidos y números de expedientes) los principales casos de asalto a las arcas públicas por parte del poder real (el económico) desde el poder político y con la complicidad de los Poderes Legislativo y Judicial. En dicha publicación, Méndez deja al descubierto las tramas del despojo sistemático del Estado. Connotados políticos y empresarios son denunciados en diferentes casos de estafa, abuso de poder y hasta asesinatos sospechosos… pero la principal “víctima” de Méndez es, por lejos, el ingeniero civil, mega-empresario y ganadero Juan Carlos Wasmosy Monti, presidente del Paraguay entre 1993 y 1998. 

Juan Carlos Wasmosy, ex presidente paraguayo
Pero Méndez no se quedó sólo en el terreno político: también “se metió” con la prensa, a la que acusa (en su mayor parte) de haberse dejado comprar alevosamente durante sucesivos gobiernos. Se destaca (para mí, tal vez por estar en mi área profesional) el caso de Tomás Riquelme, quien - según Méndez - manejó grandes sumas de dinero para pagar favores de medios y periodistas concretos. Otro periodista, Efraín Martínez, también entró en dicho esquema. Méndez hasta llegó a tender un manto de sospecha sobre Luis Bareiro, uno de los periodistas más críticos del país.

Apuntando alto
Méndez no se anduvo con complejos. A la hora de acusar a la prensa, apuntó directamente contra Aldo Zuccolillo, dueño y director de ABC Color, el principal diario paraguayo. “Acero” Zucolillo habría constituido, junto con Juan Carlos Wasmosy, una empresa de comunicación llamada Telsat Sociedad Anónima, el 27 de diciembre de 1989 (11 meses después del derrocamiento de Alfredo Stroessner). Primera sorpresa: Zucolillo, férreo detractor de Wasmosy desde las páginas de su diario, era nada menos que su socio comercial. “Wasmosy venía de amasar una dudosa fortuna, en sociedad con Gustavo Stroessner, en las represas de Itaipú y Yacyretá”, destacó Méndez en su libro. 

OTROS TIEMPOS. Zuccolillo con Lugo, por entonces presidente electo.
Telsat podía realizar “la transmisión televisiva, en circuito cerrado, de programas preparados y/o propalados desde el país o desde el extranjero… Podrá realizar - sin limitación - toda operación lícita comercial, industrial, inmobiliaria, agropecuaria o de cualquier orden que se relacione o no al principal objeto social pero que fuera considerado beneficiosa para los intereses societarios”, según su escritura de constitución.

“A mediados del 2002, el gobierno de Luis González Macchi tambaleaba por efectos de la corrupción. Abc Color publicaba a diario calamidades insospechadas de funcionarios de menor rango y del propio presidente de la República. Ése fue el momento en que apareció la información documentada, y censurada en todos los medios de comunicación, de que Aldo Zuccolillo era socio de Wasmosy y una de las empresas compartidas era Telsat SA. Esta firma había caído en desgracia”, destacó Méndez. “Algunas transnacionales demandaron judicialmente en Paraguay a Telsat por piratear señales televisivas que se emitían por cable. Aldo Zuccolillo, en su carácter de dirigente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP, dominada por los diarios norteamericanos), era por entonces uno de los principales promotores de la defensa de los derechos marcarios e intelectuales”, siguió Idilio.

El queso y el gusano                                                                                                                
Y aquí entraría en escena un nefasto personaje: el presidente de Telsat, el argentino Luis Raúl Menocchio, alias “el gusano”. Dirigía 20 empresas “piratas” diseminadas por todo el país y representadas legalmente por el estudio jurídico de Oscar Paciello (considerado maestro de varias generaciones de abogados, quien murió en 1998 siendo miembro de la Corte Suprema de Justicia). Menocchio “entabló amistades a través del narcotráfico y el lavado de dinero y así se hizo de socios importantes en Asunción. Cuando fue enjuiciada Telsat, Menocchio se escondió de la Justicia, la cual actuó rápidamente por tratarse de la demanda de transnacionales norteamericanas. En ese interin, Abc Color publicaba todo tipo de especulaciones en torno al “prófugo” Menocchio (…) quien se instaló en nuestro país tras obtener la “luz verde” de varios políticos”, detalló Méndez.

"El gusano" Menocchio, preso
Pero el cuentito no acaba acá. “Abandonado por sus socios, aunque impune, Menocchio profundizó su adicción a la cocaína y organizaba de tanto en tanto fiestas orgiásticas que compartía con ciertos periodistas y empresarios de Asunción. Poco tiempo después, en agosto del 2004, Menocchio asesinó a un socio, el empresario Eduardo Maciel (56) y a su secretaria Graciela Méndez (22). El primero fue ejecutado con dos tiros en la cabeza y otros tres en el tórax y la mujer con dos certeros disparos en el pecho. El asesino sepultó a sus víctimas en sendos tambores sellados con cemento, los cuales fueron arrojados en los arrabales de Fernando de la Mora. Los tambores con los cadáveres embutidos fueron hallados por humildes vecinos de la mencionada ciudad, vecina a Asunción. La Policía, al seguir con las investigaciones, allanó algunas viviendas, entre ellas la del abogado Humberto Arévalos, donde descubrieron una camioneta Ford Explorer, chapa AGB 149, propiedad de Aldo Zuccolillo, la cual era utilizada por Menocchio. El vehículo había sufrido tremendos impactos frontales. (La Nación. 30-VIII-04, p.45)”.

Según Méndez, el trasfondo era el tráfico de drogas. Menoccio escapó a la Argentina, donde asesinó años después (en Corrientes) a otra persona. En Chaco, después, mató a 2 más. El “Hannibal Lecter argentino” fue encarcelado y juzgado: en determinados pasajes de su declaración ante los jueces argentinos, mencionó que en Paraguay tenía socios muy poderosos, a los cuales nunca identificó. "Zuccolillo no fue investigado por este hecho ni por la Fiscalía ni por la Policía", agregó Idilio. 

La venganza
Zucolillo lo sabe muy bien: la venganza es un plato que se come frío para que caiga mejor. Tiempo después de asumido el poder por parte de Fernando Lugo, Idilio Méndez fue nombrado titular de la Dirección de Semillas (DISE) dependiente del Ministerio de Agricultura y Ganadería. Méndez fue recibido por una furibunda campaña de prensa en su contra (encabezada por abc Color) por “no tener el perfil técnico requerido” para el cargo. Pero como eso no era (ni es) un impedimento para ocupar cargos públicos en la "era Lugo", había que apelar a otro argumento. Y fue el propio Méndez quien lo proporcionó.

LA REVANCHA. Abc Color, en una de sus publicaciones contra Méndez.

Méndez había declarado (antes de ser nombrado en la DISE, durante un evento en Uruguay) que el gobierno paraguayo estaba siendo literalmente manejado por la USAID (cooperación internacional de los EE UU). También había escrito algo por el estilo en la web. Esto cayó muy mal en el gobierno de Lugo… que “aguanta” no ser revolucionario, pero no que se lo digan. Lugo quedaba como el perfecto idiota, ya que había nombrado para su gobierno "bolivariano" (según abc Color) a alguien que lo acusaba de ser un títere de los yanquis. Fue demasiado. Zucolillo no tuvo más que “desemplovar” ese archivo… y Méndez voló, a los pocos días de haber asumido el cargo, sin un solo día de paz gracias a los desinteresados oficios de abc Color. Dicen que recaló en otro cargo público... de ser así, esta vez el asunto se manejó con mayor reserva. 

Un viejo axioma del periodismo dice que nadie resiste un archivo. Méndez, como buen periodista investigador, siempre lo supo… y en su breve derrotero como presidente de la DISE, lo comprobó. 

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